martes, 20 de diciembre de 2022

Marie Curie

 


Los estudiantes de la Universidad parisiense de la Sorbona, al cruzarse en los pasillos con aquella joven polaca que se había matriculado en otoño de 1891 en la Facultad de Física, se preguntaban: "¿Quién es esa muchacha de aspecto tímido y expresión obstinada que viste tan pobremente?". Todos la miraban extrañados, con una mezcla de conmiseración y desdén. Algunos sabían que se llamaba Manya Sklodowska y la denominaban "la extranjera de apellido imposible"; otros preferían llamarla simplemente "la estudiante silenciosa". Manya se sentaba siempre en primera fila, no tenía amigos y sólo se interesaba por los libros. También llamaba la atención su hermosa cabellera de color rubio ceniza, que solía llevar recogida y semioculta. Nadie sospechaba que esa joven esquiva y austera iba a convertirse un día, bajo el nombre de madame Curie, en una mujer ilustre y una gloria nacional de Francia,

Manya Sklodowska, que luego sería conocida como Marie Curie, nació en Varsovia el 7 de noviembre de 1867. Era la menor de los cinco hijos (cuatro mujeres y un varón) de un matrimonio dedicado a la docencia: su padre era profesor de secundaria de física y matemáticas y su madre directora de un colegio de señoritas. Su infancia estuvo marcada por la coincidencia con un implacable período de rusificación de Polonia, a causa del cual su padre hubo de abandonar el puesto de subinspector que ocupaba en un instituto; las necesidades económicas le obligaron a tomar como huéspedes a muchachos en edad escolar, a los que daba también clases particulares.

 

La hermana mayor de Manya falleció en 1876, víctima de una epidemia de tifus, y dos años después murió su madre a causa de una tuberculosis. En 1883, una vez finalizados sus estudios secundarios, Manya sufrió una depresión nerviosa de la que hubo de recuperarse pasando cerca de un año en el campo, en casa de unos parientes. A su regreso a Varsovia en 1884, dio clases particulares en su domicilio junto con sus hermanas y asistió a las clases de la «universidad volante» creada allí, al margen del sistema educativo ruso, por el impulso de un círculo de positivistas inspirados en las enseñanzas de Comte.

 

Las estrecheces familiares obligaron a Manya a empezar a trabajar como institutriz; tras un primer empleo que resultó un fracaso, el 1 de enero de 1886 entró al servicio de los Zorawski, una familia acaudalada que residía en Szczuki, al norte de Varsovia, donde Manya hubo de ocuparse de la educación de dos de las hijas. Allí tuvo ocasión de llevar a la práctica los ideales sociales nacidos el año anterior en Varsovia organizando una escuela para hijos de obreros y campesinos a la que dedicó sus horas libres, con la complacencia de los Zorawski; el resto de su tiempo lo ocupaba en el estudio de la física y las matemáticas.

 

Manya vivió entonces su primera relación sentimental con el mayor de los hijos Zorawski, relación que se frustró posiblemente por las diferencias sociales entre ambos; su condición nerviosa y proclive a la ansiedad soportó mal el episodio, que vino a sumarse al enorme esfuerzo desarrollado en su triple ocupación de institutriz, maestra y estudiante, haciendo todo ello que, a los veinte años, se convirtiera en una persona amargada. Cuando por fin terminó su contrato en Szczuki, en el verano de 1889, regresó a Varsovia, donde trabajó de nuevo como institutriz durante un año y reanudó sus contactos con la universidad clandestina. Un primo suyo, que había sido ayudante del químico ruso Dmitri Mendeléiev (creador de la tabla periódica de los elementos), le proporcionó la oportunidad de completar sus conocimientos de química en un pequeño laboratorio y la puso en contacto con otros investigadores que habían conocido a los grandes científicos europeos de la época.

 

El matrimonio Curie

 

En marzo de 1890 su hermana Bronia, por entonces estudiante de medicina en París, la instó a reunirse con ella; el trabajo de Manya había contribuido a financiar la carrera de Bronia y entre las dos existía un pacto de reciprocidad. Pero Manya rehusó, cayendo en uno de sus períodos de melancolía. Año y medio más tarde Bronia reiteró la oferta; como los problemas económicos de la familia se habían atenuado lo suficiente como para permitirle disponer de unos ahorros, Manya decidió finalmente aceptar. En otoño de 1891 se instaló en París, dedicándose en un principio a poner al día sus conocimientos; en 1893 consiguió la licenciatura en ciencias físicas y en 1894, ayudada por una beca, se licenció en matemáticas. Los dos primeros años en París fueron de aislamiento en el trabajo y estuvieron marcados por duras privaciones, pero tuvieron la virtud de acabar con sus problemas nerviosos.

 


 

 

En abril de 1894 Marie, como ya se hacía llamar, conoció a Pierre Curie. Nacido en París el 15 de mayo de 1859, Pierre Curie era el segundo hijo de un médico humanista y librepensador que había permitido que sus hijos se educaran al margen de la escolaridad tradicional. Junto con su hermano Jacques, tres años mayor que él y a quien le unió una intensa relación emocional durante la infancia y la juventud, Pierre había estudiado física en la Sorbona. Los hermanos Curie habían investigado la posibilidad de transformar la energía mecánica en energía eléctrica en los cristales, publicando en 1880 su primera comunicación sobre el fenómeno que después se conocería como piezoelectricidad; posteriormente ambos demostraron también la posibilidad del efecto contrario (deformación de un cristal por aplicación de una carga eléctrica) y diseñaron un electrómetro de cuarzo piezoeléctrico para medir las corrientes eléctricas de intensidad débil.

En 1882 Pierre fue nombrado jefe de laboratorio de la Escuela Municipal de Física y Química, institución en la que seguía trabajando cuando conoció a Marie y donde se había dedicado al estudio teórico de la simetría. En 1891 emprendió la redacción de una tesis doctoral sobre las propiedades magnéticas de diversas sustancias en función de la temperatura, tesis que presentó en marzo de 1895. Marie asistió a la lectura de la tesis y quedó impresionada; su relación con Pierre Curie duraba desde hacía ya doce meses, durante los cuales él se había mostrado más dispuesto que ella al matrimonio. Finalmente se casaron el 26 de julio de ese año; en 1897 nació su hija Irene, a la que seguiría siete años más tarde otra niña, Eva.

 

 


 

 

Tras el nacimiento de su primera hija, Marie Curie se propuso realizar una tesis doctoral, hecho insólito por aquel entonces tratándose de una mujer. El descubrimiento por Wilhelm Röntgen de los rayos X en 1895 y la observación realizada en 1896 por Henri Becquerel de que las sales de uranio, aun protegidas de la luz, emitían rayos que, como los rayos X, penetraban la materia, la decidieron a investigar en su tesis la procedencia de aquella energía que el compuesto de uranio empleaba en oscurecer las emulsiones fotográficas a través incluso de protecciones metálicas. El tema poseía la ventaja de ser un terreno todavía virgen en la investigación científica.

 

La radiactividad

 

El director de Pierre Curie aceptó que Marie habilitase como laboratorio una dependencia de la Escuela Municipal de Física y Química que servía de depósito y sala de máquinas. Allí inició Marie Curie sus investigaciones, utilizando el electrómetro inventado por Pierre y su hermano para medir la intensidad de la corriente provocada por los diversos compuestos del uranio y del torio, comprobando inmediatamente que la actividad de las sales de uranio dependía solamente de la cantidad de uranio presente, con independencia de cualquier otra circunstancia.

 

Desde el punto de vista científico, éste fue su descubrimiento más importante, pues demostraba que la radiación no podía proceder más que del átomo propiamente dicho, con independencia de cualquier sustancia añadida o de una reacción química. Pero Marie Curie no se entretuvo en meditar sobre este resultado; extendió sus investigaciones a la pecblenda y a la calcolita encontrándose con que eran más activas que el uranio. De ello dedujo la existencia en esos minerales de otra sustancia nueva, responsable de esa mayor actividad.

 

 


 

Con la ayuda de su marido, Marie Curie procedió a tratar químicamente la pecblenda hasta obtener un producto que resultó trescientas treinta veces más activo que el uranio: en julio de 1898 el matrimonio comunicó sus resultados a la Academia de las Ciencias proponiendo el nombre de «polonio» para el nuevo elemento, cuya existencia confiaban en que fuera confirmada, y utilizando por vez primera el término «radiactivo» para describir el comportamiento de sustancias como el uranio.

 

Pero las investigaciones subsiguientes les hicieron pensar en la existencia todavía de otro elemento nuevo en la pecblenda; tras conseguir que el gobierno austriaco les facilitase la compra de varias toneladas de residuos del mineral procedentes de las minas de Saint Joachimsthal, dedicadas a la explotación del uranio, la existencia del elemento que llamaron «radio», anunciada en diciembre del mismo año, se vio confirmada; su peso atómico quedó establecido por Marie Curie en marzo de 1902 como igual a 225,93.

 

 

 

Mientras tanto, en 1900 las preocupaciones financieras del matrimonio se vieron relativamente aliviadas por el nombramiento de Pierre para una cátedra de física en la Sorbona, por iniciativa del matemático Henri Pincharé; Marie, por su parte, ocupó una plaza de profesora de física en la École Normale Supérieure de Sèvres; sin embargo, su actividad docente les robaba tiempo para sus investigaciones experimentales. Tampoco disponían de facilidades materiales para las mismas; realizadas en precarias condiciones, suponían un esfuerzo físico agotador. Éste se vio agravado por las dolencias derivadas de la exposición a la radiactividad, cuyas consecuencias ignoraban. La radiactividad les produjo lesiones visibles en las manos, y sería en último término la causante de la leucemia a consecuencia de la cual murió Marie Curie.

Irónicamente, las propiedades curativas que, en un principio, se atribuyeron a la radiactividad, contribuyeron a su fama. El reconocimiento científico llegó en 1903 con la concesión de la medalla Davy de la Royal Society y del Premio Nobel de Física, que compartieron con Becquerel. Los Curie no acudieron personalmente a recogerlo a Estocolmo debido a que su salud, en el caso de Marie, se había visto afectada además por la pérdida de un hijo nacido prematuramente.

La fama

Los efectos de la recepción del Nobel resultaron abrumadores para los Curie, que se vieron convertidos en foco de la atención pública por las expectativas despertadas por los fenómenos radiactivos. Con todo le valieron a Pierre la creación en 1904 de una cátedra específica para él, dotada de un laboratorio del que Marie se haría cargo. Ese mismo año, un industrial francés creó una fábrica destinada a la obtención del radio recurriendo a los consejos del matrimonio. Aunque nunca dispusieron de los recursos necesarios para dotarse de un laboratorio adecuado a sus necesidades, los Curie siempre se negaron a patentar la producción comercial de la sustancia.

En 1906 Pierre Curie murió trágicamente en París atropellado por un carruaje; el suceso transformó a Marie en una persona distante hasta de sus amigos (pero no de sus hijas), aunque prosiguió su trabajo y sucedió a su marido en la cátedra que sólo había podido ocupar durante año y medio, convirtiéndose de esta manera en la primera mujer de Francia que accedía a la enseñanza superior. En 1910 publicó el Tratado sobre la radiactividad y en 1911 preparó un patrón internacional del radio que depositó en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París.

Ese año recibió por segunda vez el Premio Nobel, en esta ocasión de química, por el descubrimiento del radio y del polonio; era la primera vez que un científico merecía por dos veces el galardón. Parece que en la decisión de la Academia Sueca pudo influir que hubiera fracasado la candidatura de Marie Curie para la Academia de las Ciencias francesa, así como el hecho de haber sido víctima de un escándalo periodístico a propósito de su relación sentimental con Paul Langevin, físico francés que había sido discípulo de Pierre Curie.

 

 


 

En la mayoría de países europeos se empezaron a crear institutos del radio, ante su plausible utilidad en la curación del cáncer. La propia Marie Curie aceptó la dirección honoraria del que se inauguró en Varsovia en 1913; en julio del siguiente año se terminó en París la construcción de un laboratorio consagrado al estudio de la radiactividad, el Instituto del Radio, por un acuerdo entre el Instituto Pasteur y la Sorbona, con una sección dedicada a la investigación médica y otra reservada a la física y la química, dirigida por Marie Curie. Durante la Primera Guerra Mundial creó, con la ayuda de donativos privados, un equipo de expertos en técnicas radiográficas y, con la colaboración de su hija Irene, puso en funcionamiento más de doscientos vehículos radiológicos; madre e hija se desplazaron hasta el frente para enseñar a los médicos los nuevos métodos y técnicas de la radiología.

 

En mayo de 1921 Marie Curie realizó, en compañía de sus hijas, una gira triunfal por Estados Unidos con objeto de recoger el gramo de radio (valorado por entonces en cien mil dólares) cuya adquisición había hecho posible la suscripción popular promovida por una periodista. A su regreso comenzaron a manifestarse en Marie los primeros síntomas de que padecía cataratas, y la sospecha de que las emanaciones de radio podían producir algo más que quemaduras en los dedos empezó a tomar cuerpo, pese a que la esperanza de que tuvieran un efecto permanente sobre las células cancerosas estaba entonces en su apogeo.

 


 

En 1922 fue invitada a formar parte de la Comisión para la Cooperación Intelectual creada por la Sociedad de Naciones, de la que ocupó la vicepresidencia. En 1925 su hija Irene Curie contrajo matrimonio con el físico francés Frédéric Joliot; ambos descubrieron en enero de 1934 la radiactividad artificial, descubrimiento por el que recibirían en 1935 el Premio Nobel de química, el tercero de los merecidos por la familia. Pocos meses después del descubrimiento, la salud de Marie Curie se deterioró definitivamente. Creyendo que se trataba de una inflamación de antiguas lesiones tuberculosas, fue conducida a un sanatorio en Sancellemoz; allí se le diagnosticó una anemia perniciosa, y falleció el 4 de julio de 1934. Su hija Irene murió asimismo de leucemia en 1956; su marido reconoció que la muerte era consecuencia de la radiación, aunque sostuvo que la afección hepática que le costaría a él mismo la vida dos años más tarde no tenía nada que ver con la radiactividad.

 

Cuando, durante la Primera Guerra Mundial, Marie recorrió los hospitales de campaña para ayudar a los cirujanos con las nuevas técnicas radiológicas (gracias a los rayos X podían descubrirse balas y fragmentos de metralla ocultos en los heridos), su ayuda inestimable hizo que se la empezase a llamar "Suprema Bienhechora de la Humanidad". Marie siempre rechazó estas manifestaciones, que consideraba inmerecidas: seguía siendo tan modesta y discreta como cuando sólo era una joven estudiante polaca en la Sorbona. Einstein, que la conoció una vez terminada la guerra y mantuvo con ella una fructífera relación científica, afirmó: "Madame Curie es, de todos los personajes célebres, el único al que la gloria no ha corrompido".

 

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martes, 15 de febrero de 2022

La Reina de Saba

 


Cuenta la Biblia que existió una reina que vino de la tierra de Saba a Jerusalén para conocer al rey Salomón.

En el séquito de la Reina de Saba: criados, cortesanos y camellos cargados de especias y joyas. Ante Salomón, la reina, prueba su sabiduría con preguntas de gran dificultad que responde el rey sin problema. Esto, junto a la ostentosidad de su palacio, impresiona a la reina y proclama que la sabiduría de Salomón sobrepasa lo que contaban sus informes, y entrega como presente lo que fue el mayor regalo, de otro reino, que ha llegado nunca a Jerusalén.

En los textos bíblicos, la reina no es nombrada por su nombre. En la tradición etíope es llamada Makeda, mientras que en la tradición islámica (aunque no en el Corán) es conocida como Bilqis o Balkis. Otros nombres asociados a ella son Nikaule o Nicaula.

¿Dónde está la tierra mítica de Saba? 

Curiosamente el relato de la Biblia continúa en el texto más sagrado para los Etíopes, su libro de los reyes o, el Kebra Nagast (literalmente: La gloria de los Reyes). Fechado entre los siglos 6 al 14 d.C., el Kebra Nagast es un importante texto para la Iglesia Ortodoxa Etíope

En él aparecen el nombre de la mítica reina de Saba, la reina Makeda, identificando la tierra de Saba con la antigua Etiopía, es decir el reino de Aksum. Según el Kebra Nagast, la reina Makeda viaja a Jerusalén y tiene un romance con el Rey Salomón. Makeda regresará a la tierra de Saba y da a luz a un hijo durante el viaje: Menelik.

 


 

La historia también cuenta como Menelik, a la edad de 22 años, decide ir a ver a su padre Salomón. Éste, encantado con su hijo, trata en vano de convencerle para que se quedara en Israel como su heredero. Sin embargo, Menelik decide regresar a la tierra de Saba. Es entonces cuando Salomón envía con el a los hijos primogénitos de los ancianos de Israel junto al Arca de la Alianza.

Cuenta que Menelik depositó el Arca en la «Capilla de las Tablas», una capilla cercana a Santa María de Sion en Aksum.

 


 La reina de Saba es parte hoy del patrimonio etíope, y la persona en la que se fundamenta el poder de sus reyes. A través de su unión con Salomón, los etíopes afirmaron la conexión entre sus reyes y la monarquía davídica de Israel. Sus reyes se consideraban descendientes directos de la casa de David y, por lo tanto, reyes por derecho divino.

 

Así cuenta la Biblia la historia de la Reina de Saba:

 

Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de Saba le obsequió al rey Salomón.

11 La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro, grandes cargamentos de madera de sándalo y de piedras preciosas

 12 Con la madera, el rey construyó escalones para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Desde entonces, nunca más se ha importado, ni ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.

13 El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, además de lo que él, en su magnanimidad, ya le había regalado. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.

[ 1 Reyes 10:1-13]

 

lunes, 14 de febrero de 2022

Nefertiti


 Nefertiti (c.1370 - c.1336 a.C.) fue la esposa del faraón Akenatón de la dinastía XVIII de Egipto. Su nombre quiere decir "la hermosa ha llegado", y, gracias al famoso busto creado por el escultor Tutmose (descubierto en 1912), es la reina más fácilmente reconocible del antiguo Egipto. Creció en el palacio real de Tebas, probablemente la hija del visir de Amenhotep III, un hombre llamado Ay, y se comprometió con su hijo, Amenhotep IV, hacia los once años. Hay pruebas que sugieren que era adepta del culto de Atón, una deidad solar, desde una edad temprana y que puede haber influido en la decisión posterior de Amenhotep IV de abandonar la adoración de los dioses de Egipto en favor de un monoteísmo centrado en Atón. Tras cambiarse el nombre a Akenatón y asumir el trono de Egipto, Nefertiti gobernó junto a él hasta su muerte, tras lo cual desaparece del registro histórico.

Juventud y matrimonio

Aunque parece ser que Nefertiti era hija de Ay, está afirmación esta lejos de haberse confirmado. Las inscripciones hacer referencia a la mujer de Ay, Tiye (o Tey), como la nodriza de Nefertiti, no su madre, y no se sabe nada sobre la mujer menor de Ay. Ay, entre otras obligaciones, era el tutor del joven Amenhotep IV y puede que presentara al príncipe y Nefertiti cuando ambos eran niños. Nefertiti y su hermana, Mudnodjame, ciertamente acudían regularmente a la corte de Tebas y, tanto si Ay se la presentó a Amenhotep IV como si no, ambos se habrían conocido simplemente por ese motivo.

Hay antiguas imágenes e inscripciones que apuntan a su temprano interés por el culto de Atón pero, dado que todo egipcio favorecía una deidad u otra, no hay razón para creer que tuviera ninguna idea relacionada con el monoteísmo o que elevara a Atón por encima de los demás dioses (como han sugerido algunos eruditos). Todo lo que se puede decir a ciencia cierta es que ambas hermanas eran adeptas de Atón y puede que influyeran en el interés de Amenhotep IV en ese culto desde una temprana edad. Cualquier afirmación sobre su influencia en el surgimiento del monoteísmo en Egipto es necesariamente especulativa, ya que no hay pruebas concluyentes que la apoyen; de igual manera, hay poca información sobre su vida en general. El historiador Peter B. Heller señala:

 A los quince años ya estaba casada con Amenhotep IV y, tras la muerte de Amenhotep III, se convirtió en reina de Egipto. Algunos expertos afirman que fue en esta etapa en la que ejerció mayor influencia en Amenhotep IV para que abandonara la antigua religión de Egipto e iniciara sus reformas religiosas pero, de nuevo, muy poco de todo esto se sabe con certeza.


Nefertiti y Akenatón

En el quinto año de su reinado (algunas fuentes dicen que el noveno), Amenhotep IV se cambió el nombre a Akenatón, abolió las prácticas religiosas de Egipto, cerró los templos y declaró a Atón el dios único y verdadero. Aunque es posible que creara el monoteísmo a partir de una convicción religiosa genuina, es más probable que fuera una maniobra política para recortar el poder y la riqueza de los sacerdotes del dios Amón, cuyo culto era muy popular. A lo largo de la dinastía XVIII el culto de Amón había ido aumentando en riqueza y prestigio de manera que, para la época de Akenatón, los sacerdotes de dicho culto tenían casi tanto poder como el faraón. Instaurar el monoteísmo, y proscribir la antigua religión, habría restaurado todo el poder en el trono, que es exactamente lo que ocurrió. Al dios Atón ahora se lo consideraba no solo un poderoso dios de Egipto sino el dios de la creación, el dios único y verdadero del universo.

Nefertiti aparece con Akenatón

 

La pareja tuvo seis hijas: Meritatón, Meketatón, Ankesenpaatón, Neferneferuatón-Tasherit y Setepenra, pero ningún hijo. Con su esposa menor, Kiya, Akenatón tuvo dos hijos, Tutankamón y posiblemente Smenkhare (aunque se discute el lineaje de Smenkhare). Akenatón se casó con dos de sus hijas, Meritatón y Ankesenpaatón (más adelante conocida como Anksenamón, la esposa de Tutankamón) y puede que tuviera hijos con ellas (aunque esto también se disputa). Sin embargo, lo que está claro gracias a las estelas e inscripciones que sobrevivieron a la purga posterior de su reinado, es que la pareja real estaba entregada el uno al otro y siempre estaban juntos o con sus hijas. En cuanto a la apariencia física de Nefertiti en esta época, Heller escribe:

Se puede conjeturar que debía de medir alrededor de 1,40m, la estatura media de la mujer egipcia de la época. Se sabe por sus representaciones que a menudo iba ligera de ropas, como era costumbre en ese clima cálido. De lo contrario, aparecía con la ropa tradicional: una túnica ceñida con una faja, con los extremos cayendo por delante; a veces se la representa peinada con una peluca corta. Probablemente tenía la cabeza rapada para mejorar el ajuste de su inusitada alta corona azul. Se sabe que se identificaba con la herejía de su marido y que, según la poesía de Akenatón, él la quería mucho. También se sabe que su belleza era legendaria (3).

En su papel como parte de la pareja divina, puede que Nefertiti también fuera corregente. Akenatón unió su cartucho (su sello) al de ella como un signo de igualdad, y hay evidencias de que ella asumió las tareas tradicionales del faraón mientras su marido estaba ocupado con la reforma teológica y las renovaciones arquitectónicas. Las imágenes que han sobrevivido la muestran oficiando servicios religiosos, recibiendo a dignatarios extranjeros, moderando reuniones diplomáticas e incluso en el papel real tradicional del rey destruyendo a los enemigos de Egipto. Ninguna de estas imágenes se habría creado si no hubiera algo de verdad tras las historias que representan, así que Nefertiti debió de tener más poder que cualquier otra mujer en Egipto desde la época de Hatshepsut (1479-1458 a.C.). Basada en el palacio real de Akenatón, mandaba los decretos reales y tomaba las decisiones que, según la tradición, eran la responsabilidad de su marido.

La desaparición de Nefertiti

Alrededor del año 14 del reinado de Akenatón y Nefertiti, su hija Meketatón murió dando a luz a los 13 años. Un relieve de la época muestra a la pareja de pie junto al cuerpo de su hija llorándola. Poco después, Nefertiti desaparece del registro histórico. Se han ofrecido muchas teorías para explicar esta abrupta desaparición, y entre ellas están las siguientes:

  1. Perdió el favor de su esposo porque no podía producir un heredero varón así que fue sustituida por Kiya.
  2. Abandonó la religión de Atón y Akenatón la desterró.
  3. Se suicidó debido al dolor de la pérdida de su hija.
  4. Siguió gobernando bajo el nombre de Smenkhkare hasta que su hijastro, Tutankamón, fue lo suficientemente mayor como para asumir el trono.

 

El problema con las demás teorías es que Akenatón ya tenía un heredero varón en Tutankamón, así que no habría abandonado a su esposa por ese motivo (la primera teoría); no hay ninguna prueba que demuestre que Nefertiti abandonara el culto de Atón (la segunda teoría); seguía viva tras la muerte de su hija y el nombre real del sucesor de Akenatón es el mismo que el suyo (la tercera teoría). La razón por la que la segunda teoría ha seguido siendo popular es porque hay pruebas de que la adoración de los antiguos dioses empezó a resurgir hacia el final del reinado de Akenatón y se cree que esto no podría haber ocurrido sin algún tipo de apoyo o estímulo real

Dado que se considera imposible que Akenatón hubiera abandonado la religión que él mismo creó, se ha especulado que fue su corregente quien estaba detrás de ello. Sin embargo, el renacimiento de las antiguas prácticas religiosas bien podría haber sido un movimiento religioso comunitario por parte del pueblo egipcio que estaba cansado de que lo obligaran a abandonar la fe tradicional del país. Los egipcios creían que sus acciones estaban estrechamente unidas al equilibrio celestial y que su relación con los dioses era de vital importancia. Al abandonar a los antiguos dioses de Egipto, Akenatón habría desestabilizado el equilibrio del universo y es muy posible que los antiguos sacerdotes de Amón, y de los demás dioses, decidieran intentar restaurar la armonía del país por su cuenta, sin consultar con el dirigente. Dado que se sabe que Nefertiti era devota de Atón antes incluso de la conversión de Akenatón, y que participaba en los servicios religiosos con asiduidad, además de que no hay imágenes ni inscripciones que digan que renunció al culto, es muy poco probable que hubiera liderado una vuelta a las prácticas religiosas tradicionales de Egipto.

El odio que la gente sentía por la nueva religión monoteísta de su faraón queda representado en su completa erradicación tras la muerte del sucesor de Akenatón, Tutankamón. El propio Tutankamón, al acceder al trono, abandonó la religión de Atón y devolvió Egipto a las prácticas tradicionales. Su sucesor, Ay, probablemente el mismo hombre que se ha sugerido como padre de Nefertiti, continuó con sus políticas, pero el último faraón de la dinastía XVIII, Horemheb, fue más lejos que cualquiera de ellos. Horemheb, diciendo que era el elegido de los dioses para restaurar la verdadera religión de Egipto, destruyó los templos de Akenatón, borró su estela, e intentó erradicar toda evidencia de que el rey hereje y su familia hubieran gobernado Egipto alguna vez. Es por los decretos de Horemheb que en la actualidad se sabe tan poco de Nefertiti y de otros personajes de la realeza del periodo amarniense. En realidad lo sorprendente no es que se sepa tan poco, sino que, teniendo en cuenta el odio de Horemheb por las reformas de Akenatón, y su dedicación a la misión de hacer desaparecer al rey y su familia de la historia, que los expertos de hoy en día tengan siquiera alguna información sobre el periodo amarniense.