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martes, 15 de febrero de 2022

La Reina de Saba

 


Cuenta la Biblia que existió una reina que vino de la tierra de Saba a Jerusalén para conocer al rey Salomón.

En el séquito de la Reina de Saba: criados, cortesanos y camellos cargados de especias y joyas. Ante Salomón, la reina, prueba su sabiduría con preguntas de gran dificultad que responde el rey sin problema. Esto, junto a la ostentosidad de su palacio, impresiona a la reina y proclama que la sabiduría de Salomón sobrepasa lo que contaban sus informes, y entrega como presente lo que fue el mayor regalo, de otro reino, que ha llegado nunca a Jerusalén.

En los textos bíblicos, la reina no es nombrada por su nombre. En la tradición etíope es llamada Makeda, mientras que en la tradición islámica (aunque no en el Corán) es conocida como Bilqis o Balkis. Otros nombres asociados a ella son Nikaule o Nicaula.

¿Dónde está la tierra mítica de Saba? 

Curiosamente el relato de la Biblia continúa en el texto más sagrado para los Etíopes, su libro de los reyes o, el Kebra Nagast (literalmente: La gloria de los Reyes). Fechado entre los siglos 6 al 14 d.C., el Kebra Nagast es un importante texto para la Iglesia Ortodoxa Etíope

En él aparecen el nombre de la mítica reina de Saba, la reina Makeda, identificando la tierra de Saba con la antigua Etiopía, es decir el reino de Aksum. Según el Kebra Nagast, la reina Makeda viaja a Jerusalén y tiene un romance con el Rey Salomón. Makeda regresará a la tierra de Saba y da a luz a un hijo durante el viaje: Menelik.

 


 

La historia también cuenta como Menelik, a la edad de 22 años, decide ir a ver a su padre Salomón. Éste, encantado con su hijo, trata en vano de convencerle para que se quedara en Israel como su heredero. Sin embargo, Menelik decide regresar a la tierra de Saba. Es entonces cuando Salomón envía con el a los hijos primogénitos de los ancianos de Israel junto al Arca de la Alianza.

Cuenta que Menelik depositó el Arca en la «Capilla de las Tablas», una capilla cercana a Santa María de Sion en Aksum.

 


 La reina de Saba es parte hoy del patrimonio etíope, y la persona en la que se fundamenta el poder de sus reyes. A través de su unión con Salomón, los etíopes afirmaron la conexión entre sus reyes y la monarquía davídica de Israel. Sus reyes se consideraban descendientes directos de la casa de David y, por lo tanto, reyes por derecho divino.

 

Así cuenta la Biblia la historia de la Reina de Saba:

 

Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos de oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de Saba le obsequió al rey Salomón.

11 La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro, grandes cargamentos de madera de sándalo y de piedras preciosas

 12 Con la madera, el rey construyó escalones para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Desde entonces, nunca más se ha importado, ni ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.

13 El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, además de lo que él, en su magnanimidad, ya le había regalado. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.

[ 1 Reyes 10:1-13]

 

lunes, 14 de febrero de 2022

Nefertiti


 Nefertiti (c.1370 - c.1336 a.C.) fue la esposa del faraón Akenatón de la dinastía XVIII de Egipto. Su nombre quiere decir "la hermosa ha llegado", y, gracias al famoso busto creado por el escultor Tutmose (descubierto en 1912), es la reina más fácilmente reconocible del antiguo Egipto. Creció en el palacio real de Tebas, probablemente la hija del visir de Amenhotep III, un hombre llamado Ay, y se comprometió con su hijo, Amenhotep IV, hacia los once años. Hay pruebas que sugieren que era adepta del culto de Atón, una deidad solar, desde una edad temprana y que puede haber influido en la decisión posterior de Amenhotep IV de abandonar la adoración de los dioses de Egipto en favor de un monoteísmo centrado en Atón. Tras cambiarse el nombre a Akenatón y asumir el trono de Egipto, Nefertiti gobernó junto a él hasta su muerte, tras lo cual desaparece del registro histórico.

Juventud y matrimonio

Aunque parece ser que Nefertiti era hija de Ay, está afirmación esta lejos de haberse confirmado. Las inscripciones hacer referencia a la mujer de Ay, Tiye (o Tey), como la nodriza de Nefertiti, no su madre, y no se sabe nada sobre la mujer menor de Ay. Ay, entre otras obligaciones, era el tutor del joven Amenhotep IV y puede que presentara al príncipe y Nefertiti cuando ambos eran niños. Nefertiti y su hermana, Mudnodjame, ciertamente acudían regularmente a la corte de Tebas y, tanto si Ay se la presentó a Amenhotep IV como si no, ambos se habrían conocido simplemente por ese motivo.

Hay antiguas imágenes e inscripciones que apuntan a su temprano interés por el culto de Atón pero, dado que todo egipcio favorecía una deidad u otra, no hay razón para creer que tuviera ninguna idea relacionada con el monoteísmo o que elevara a Atón por encima de los demás dioses (como han sugerido algunos eruditos). Todo lo que se puede decir a ciencia cierta es que ambas hermanas eran adeptas de Atón y puede que influyeran en el interés de Amenhotep IV en ese culto desde una temprana edad. Cualquier afirmación sobre su influencia en el surgimiento del monoteísmo en Egipto es necesariamente especulativa, ya que no hay pruebas concluyentes que la apoyen; de igual manera, hay poca información sobre su vida en general. El historiador Peter B. Heller señala:

 A los quince años ya estaba casada con Amenhotep IV y, tras la muerte de Amenhotep III, se convirtió en reina de Egipto. Algunos expertos afirman que fue en esta etapa en la que ejerció mayor influencia en Amenhotep IV para que abandonara la antigua religión de Egipto e iniciara sus reformas religiosas pero, de nuevo, muy poco de todo esto se sabe con certeza.


Nefertiti y Akenatón

En el quinto año de su reinado (algunas fuentes dicen que el noveno), Amenhotep IV se cambió el nombre a Akenatón, abolió las prácticas religiosas de Egipto, cerró los templos y declaró a Atón el dios único y verdadero. Aunque es posible que creara el monoteísmo a partir de una convicción religiosa genuina, es más probable que fuera una maniobra política para recortar el poder y la riqueza de los sacerdotes del dios Amón, cuyo culto era muy popular. A lo largo de la dinastía XVIII el culto de Amón había ido aumentando en riqueza y prestigio de manera que, para la época de Akenatón, los sacerdotes de dicho culto tenían casi tanto poder como el faraón. Instaurar el monoteísmo, y proscribir la antigua religión, habría restaurado todo el poder en el trono, que es exactamente lo que ocurrió. Al dios Atón ahora se lo consideraba no solo un poderoso dios de Egipto sino el dios de la creación, el dios único y verdadero del universo.

Nefertiti aparece con Akenatón

 

La pareja tuvo seis hijas: Meritatón, Meketatón, Ankesenpaatón, Neferneferuatón-Tasherit y Setepenra, pero ningún hijo. Con su esposa menor, Kiya, Akenatón tuvo dos hijos, Tutankamón y posiblemente Smenkhare (aunque se discute el lineaje de Smenkhare). Akenatón se casó con dos de sus hijas, Meritatón y Ankesenpaatón (más adelante conocida como Anksenamón, la esposa de Tutankamón) y puede que tuviera hijos con ellas (aunque esto también se disputa). Sin embargo, lo que está claro gracias a las estelas e inscripciones que sobrevivieron a la purga posterior de su reinado, es que la pareja real estaba entregada el uno al otro y siempre estaban juntos o con sus hijas. En cuanto a la apariencia física de Nefertiti en esta época, Heller escribe:

Se puede conjeturar que debía de medir alrededor de 1,40m, la estatura media de la mujer egipcia de la época. Se sabe por sus representaciones que a menudo iba ligera de ropas, como era costumbre en ese clima cálido. De lo contrario, aparecía con la ropa tradicional: una túnica ceñida con una faja, con los extremos cayendo por delante; a veces se la representa peinada con una peluca corta. Probablemente tenía la cabeza rapada para mejorar el ajuste de su inusitada alta corona azul. Se sabe que se identificaba con la herejía de su marido y que, según la poesía de Akenatón, él la quería mucho. También se sabe que su belleza era legendaria (3).

En su papel como parte de la pareja divina, puede que Nefertiti también fuera corregente. Akenatón unió su cartucho (su sello) al de ella como un signo de igualdad, y hay evidencias de que ella asumió las tareas tradicionales del faraón mientras su marido estaba ocupado con la reforma teológica y las renovaciones arquitectónicas. Las imágenes que han sobrevivido la muestran oficiando servicios religiosos, recibiendo a dignatarios extranjeros, moderando reuniones diplomáticas e incluso en el papel real tradicional del rey destruyendo a los enemigos de Egipto. Ninguna de estas imágenes se habría creado si no hubiera algo de verdad tras las historias que representan, así que Nefertiti debió de tener más poder que cualquier otra mujer en Egipto desde la época de Hatshepsut (1479-1458 a.C.). Basada en el palacio real de Akenatón, mandaba los decretos reales y tomaba las decisiones que, según la tradición, eran la responsabilidad de su marido.

La desaparición de Nefertiti

Alrededor del año 14 del reinado de Akenatón y Nefertiti, su hija Meketatón murió dando a luz a los 13 años. Un relieve de la época muestra a la pareja de pie junto al cuerpo de su hija llorándola. Poco después, Nefertiti desaparece del registro histórico. Se han ofrecido muchas teorías para explicar esta abrupta desaparición, y entre ellas están las siguientes:

  1. Perdió el favor de su esposo porque no podía producir un heredero varón así que fue sustituida por Kiya.
  2. Abandonó la religión de Atón y Akenatón la desterró.
  3. Se suicidó debido al dolor de la pérdida de su hija.
  4. Siguió gobernando bajo el nombre de Smenkhkare hasta que su hijastro, Tutankamón, fue lo suficientemente mayor como para asumir el trono.

 

El problema con las demás teorías es que Akenatón ya tenía un heredero varón en Tutankamón, así que no habría abandonado a su esposa por ese motivo (la primera teoría); no hay ninguna prueba que demuestre que Nefertiti abandonara el culto de Atón (la segunda teoría); seguía viva tras la muerte de su hija y el nombre real del sucesor de Akenatón es el mismo que el suyo (la tercera teoría). La razón por la que la segunda teoría ha seguido siendo popular es porque hay pruebas de que la adoración de los antiguos dioses empezó a resurgir hacia el final del reinado de Akenatón y se cree que esto no podría haber ocurrido sin algún tipo de apoyo o estímulo real

Dado que se considera imposible que Akenatón hubiera abandonado la religión que él mismo creó, se ha especulado que fue su corregente quien estaba detrás de ello. Sin embargo, el renacimiento de las antiguas prácticas religiosas bien podría haber sido un movimiento religioso comunitario por parte del pueblo egipcio que estaba cansado de que lo obligaran a abandonar la fe tradicional del país. Los egipcios creían que sus acciones estaban estrechamente unidas al equilibrio celestial y que su relación con los dioses era de vital importancia. Al abandonar a los antiguos dioses de Egipto, Akenatón habría desestabilizado el equilibrio del universo y es muy posible que los antiguos sacerdotes de Amón, y de los demás dioses, decidieran intentar restaurar la armonía del país por su cuenta, sin consultar con el dirigente. Dado que se sabe que Nefertiti era devota de Atón antes incluso de la conversión de Akenatón, y que participaba en los servicios religiosos con asiduidad, además de que no hay imágenes ni inscripciones que digan que renunció al culto, es muy poco probable que hubiera liderado una vuelta a las prácticas religiosas tradicionales de Egipto.

El odio que la gente sentía por la nueva religión monoteísta de su faraón queda representado en su completa erradicación tras la muerte del sucesor de Akenatón, Tutankamón. El propio Tutankamón, al acceder al trono, abandonó la religión de Atón y devolvió Egipto a las prácticas tradicionales. Su sucesor, Ay, probablemente el mismo hombre que se ha sugerido como padre de Nefertiti, continuó con sus políticas, pero el último faraón de la dinastía XVIII, Horemheb, fue más lejos que cualquiera de ellos. Horemheb, diciendo que era el elegido de los dioses para restaurar la verdadera religión de Egipto, destruyó los templos de Akenatón, borró su estela, e intentó erradicar toda evidencia de que el rey hereje y su familia hubieran gobernado Egipto alguna vez. Es por los decretos de Horemheb que en la actualidad se sabe tan poco de Nefertiti y de otros personajes de la realeza del periodo amarniense. En realidad lo sorprendente no es que se sepa tan poco, sino que, teniendo en cuenta el odio de Horemheb por las reformas de Akenatón, y su dedicación a la misión de hacer desaparecer al rey y su familia de la historia, que los expertos de hoy en día tengan siquiera alguna información sobre el periodo amarniense.