Nefertiti (c.1370 - c.1336 a.C.) fue la esposa del faraón Akenatón
de la dinastía XVIII de Egipto. Su nombre quiere decir "la hermosa ha
llegado", y, gracias al famoso busto creado por el escultor Tutmose
(descubierto en 1912), es la reina más fácilmente reconocible del
antiguo Egipto. Creció en el palacio real de Tebas, probablemente la
hija del visir de Amenhotep III, un hombre llamado Ay, y se comprometió
con su hijo, Amenhotep IV, hacia los once años. Hay pruebas que sugieren
que era adepta del culto de Atón, una deidad solar, desde una edad
temprana y que puede haber influido en la decisión posterior de
Amenhotep IV de abandonar la adoración de los dioses de Egipto en favor
de un monoteísmo centrado en Atón. Tras cambiarse el nombre a Akenatón y
asumir el trono de Egipto, Nefertiti gobernó junto a él hasta su
muerte, tras lo cual desaparece del registro histórico.Juventud y matrimonio
Aunque parece ser que Nefertiti era hija de Ay, está afirmación esta
lejos de haberse confirmado. Las inscripciones hacer referencia a la
mujer de Ay, Tiye (o Tey), como la nodriza de Nefertiti, no su madre, y
no se sabe nada sobre la mujer menor de Ay. Ay, entre otras
obligaciones, era el tutor del joven Amenhotep IV y puede que presentara
al príncipe y Nefertiti cuando ambos eran niños. Nefertiti y su
hermana, Mudnodjame, ciertamente acudían regularmente a la corte de
Tebas y, tanto si Ay se la presentó a Amenhotep IV como si no, ambos se
habrían conocido simplemente por ese motivo.
Hay antiguas imágenes e inscripciones que apuntan a su temprano
interés por el culto de Atón pero, dado que todo egipcio favorecía una
deidad u otra, no hay razón para creer que tuviera ninguna idea
relacionada con el monoteísmo o que elevara a Atón por encima de los
demás dioses (como han sugerido algunos eruditos). Todo lo que se puede
decir a ciencia cierta es que ambas hermanas eran adeptas de Atón y
puede que influyeran en el interés de Amenhotep IV en ese culto desde
una temprana edad. Cualquier afirmación sobre su influencia en el
surgimiento del monoteísmo en Egipto es necesariamente especulativa, ya
que no hay pruebas concluyentes que la apoyen; de igual manera, hay poca
información sobre su vida en general. El historiador Peter B. Heller
señala:
A los quince años ya estaba casada con Amenhotep IV y, tras la muerte de
Amenhotep III, se convirtió en reina de Egipto. Algunos expertos
afirman que fue en esta etapa en la que ejerció mayor influencia en
Amenhotep IV para que abandonara la antigua religión de Egipto e
iniciara sus reformas religiosas pero, de nuevo, muy poco de todo esto
se sabe con certeza.
Nefertiti y Akenatón
En el quinto año de su reinado (algunas fuentes dicen que el noveno),
Amenhotep IV se cambió el nombre a Akenatón, abolió las prácticas
religiosas de Egipto, cerró los templos y declaró a Atón el dios único y
verdadero. Aunque es posible que creara el monoteísmo a partir de una
convicción religiosa genuina, es más probable que fuera una maniobra
política para recortar el poder y la riqueza de los sacerdotes del dios
Amón, cuyo culto era muy popular. A lo largo de la dinastía XVIII el
culto de Amón había ido aumentando en riqueza y prestigio de manera que,
para la época de Akenatón, los sacerdotes de dicho culto tenían casi
tanto poder como el faraón. Instaurar el monoteísmo, y proscribir la
antigua religión, habría restaurado todo el poder en el trono, que es
exactamente lo que ocurrió. Al dios Atón ahora se lo consideraba no solo
un poderoso dios de Egipto sino el dios de la creación, el dios único y
verdadero del universo.
Nefertiti aparece con Akenatón
La pareja tuvo seis hijas: Meritatón, Meketatón, Ankesenpaatón,
Neferneferuatón-Tasherit y Setepenra, pero ningún hijo. Con su esposa
menor, Kiya, Akenatón tuvo dos hijos, Tutankamón y posiblemente
Smenkhare (aunque se discute el lineaje de Smenkhare). Akenatón se casó
con dos de sus hijas, Meritatón y Ankesenpaatón (más adelante conocida
como Anksenamón, la esposa de Tutankamón) y puede que tuviera hijos con
ellas (aunque esto también se disputa). Sin embargo, lo que está claro
gracias a las estelas e inscripciones que sobrevivieron a la purga
posterior de su reinado, es que la pareja real estaba entregada el uno
al otro y siempre estaban juntos o con sus hijas. En cuanto a la
apariencia física de Nefertiti en esta época, Heller escribe:
Se puede conjeturar que debía de medir alrededor de 1,40m, la
estatura media de la mujer egipcia de la época. Se sabe por sus
representaciones que a menudo iba ligera de ropas, como era costumbre en
ese clima cálido. De lo contrario, aparecía con la ropa tradicional:
una túnica ceñida con una faja, con los extremos cayendo por delante; a
veces se la representa peinada con una peluca corta. Probablemente tenía
la cabeza rapada para mejorar el ajuste de su inusitada alta corona
azul. Se sabe que se identificaba con la herejía de su marido y que,
según la poesía de Akenatón, él la quería mucho. También se sabe que su
belleza era legendaria (3).
En su papel como parte de la pareja divina, puede que Nefertiti
también fuera corregente. Akenatón unió su cartucho (su sello) al de
ella como un signo de igualdad, y hay evidencias de que ella asumió las
tareas tradicionales del faraón mientras su marido estaba ocupado con la
reforma teológica y las renovaciones arquitectónicas. Las imágenes que
han sobrevivido la muestran oficiando servicios religiosos, recibiendo a
dignatarios extranjeros, moderando reuniones diplomáticas e incluso en
el papel real tradicional del rey destruyendo a los enemigos de Egipto.
Ninguna de estas imágenes se habría creado si no hubiera algo de verdad
tras las historias que representan, así que Nefertiti debió de tener más
poder que cualquier otra mujer en Egipto desde la época de Hatshepsut
(1479-1458 a.C.). Basada en el palacio real de Akenatón, mandaba los
decretos reales y tomaba las decisiones que, según la tradición, eran la
responsabilidad de su marido.
La desaparición de Nefertiti
Alrededor del año 14 del reinado de Akenatón y Nefertiti, su hija
Meketatón murió dando a luz a los 13 años. Un relieve de la época
muestra a la pareja de pie junto al cuerpo de su hija llorándola. Poco
después, Nefertiti desaparece del registro histórico. Se han ofrecido
muchas teorías para explicar esta abrupta desaparición, y entre ellas
están las siguientes:
- Perdió el favor de su esposo porque no podía producir un heredero varón así que fue sustituida por Kiya.
- Abandonó la religión de Atón y Akenatón la desterró.
- Se suicidó debido al dolor de la pérdida de su hija.
- Siguió gobernando bajo el nombre de Smenkhkare hasta que su
hijastro, Tutankamón, fue lo suficientemente mayor como para asumir el
trono.
El problema con las demás teorías es que Akenatón ya tenía un heredero
varón en Tutankamón, así que no habría abandonado a su esposa por ese
motivo (la primera teoría); no hay ninguna prueba que demuestre que
Nefertiti abandonara el culto de Atón (la segunda teoría); seguía viva
tras la muerte de su hija y el nombre real del sucesor de Akenatón es el
mismo que el suyo (la tercera teoría). La razón por la que la segunda
teoría ha seguido siendo popular es porque hay pruebas de que la
adoración de los antiguos dioses empezó a resurgir hacia el final del
reinado de Akenatón y se cree que esto no podría haber ocurrido sin
algún tipo de apoyo o estímulo real
Dado que se considera imposible que Akenatón hubiera abandonado la
religión que él mismo creó, se ha especulado que fue su corregente quien
estaba detrás de ello. Sin embargo, el renacimiento de las antiguas
prácticas religiosas bien podría haber sido un movimiento religioso
comunitario por parte del pueblo egipcio que estaba cansado de que lo
obligaran a abandonar la fe tradicional del país. Los egipcios creían
que sus acciones estaban estrechamente unidas al equilibrio celestial y
que su relación con los dioses era de vital importancia. Al abandonar a
los antiguos dioses de Egipto, Akenatón habría desestabilizado el
equilibrio del universo y es muy posible que los antiguos sacerdotes de
Amón, y de los demás dioses, decidieran intentar restaurar la armonía
del país por su cuenta, sin consultar con el dirigente. Dado que se sabe
que Nefertiti era devota de Atón antes incluso de la conversión de
Akenatón, y que participaba en los servicios religiosos con asiduidad,
además de que no hay imágenes ni inscripciones que digan que renunció al
culto, es muy poco probable que hubiera liderado una vuelta a las
prácticas religiosas tradicionales de Egipto.
El odio que la gente sentía por la nueva religión monoteísta de su
faraón queda representado en su completa erradicación tras la muerte del
sucesor de Akenatón, Tutankamón. El propio Tutankamón, al acceder al
trono, abandonó la religión de Atón y devolvió Egipto a las prácticas
tradicionales. Su sucesor, Ay, probablemente el mismo hombre que se ha
sugerido como padre de Nefertiti, continuó con sus políticas, pero el
último faraón de la dinastía XVIII, Horemheb,
fue más lejos que cualquiera de ellos. Horemheb, diciendo que era el
elegido de los dioses para restaurar la verdadera religión de Egipto,
destruyó los templos de Akenatón, borró su estela, e intentó erradicar
toda evidencia de que el rey hereje y su familia hubieran gobernado
Egipto alguna vez. Es por los decretos de Horemheb que en la actualidad
se sabe tan poco de Nefertiti y de otros personajes de la realeza del
periodo amarniense. En realidad lo sorprendente no es que se sepa tan
poco, sino que, teniendo en cuenta el odio de Horemheb por las reformas
de Akenatón, y su dedicación a la misión de hacer desaparecer al rey y
su familia de la historia, que los expertos de hoy en día tengan
siquiera alguna información sobre el periodo amarniense.